Título: Érase una veZ
Editorial: Kelonia
Varios autores
ISBN: 978-84-941043-4-3
Érase una veZ, Kelonia Editorial. |
Los cuentos
de hadas son milenarios y universales. Podemos encontrarlos en cualquier época
y lugar del mundo desde la antigüedad hasta nuestros días.
Los primeros
de que tenemos noticia son las fábulas del
Panchatantra hindú cuya función era la de educar a los jóvenes
aristócratas.
A través de la historia, los cuentos se han
transformado para adaptarse a cada
tiempo y lugar, pero siempre con un objetivo didáctico y socializante.
Los
antagonistas de las historias tradicionales eran brujas, ogros y demás seres
malignos procedentes del imaginario popular; pero en esta época de consumismo y
crisis económica, el monstruo que mejor simboliza nuestros miedos y flaquezas es
el zombi. Por eso, un grupo de escritores españoles de terror, coordinados por
Daniel Gutiérrez, han decidido revisitar los cuentos de hadas clásicos
introduciendo en ellos a esta criatura.
No soy
partidario de las historias de zombis en ninguno de sus formatos, de hecho, Érase
una veZ es el primer libro que leo sobre esta temática en toda mi vida. Sin
embargo, mi experiencia lectora con los infectados ha sido mucho más satisfactoria
de lo que yo pensaba, y es que los doce cuentos de esta antología son ideales
para entretenerse y desconectar un rato del estrés y las preocupaciones
cotidianas.
El libro se
abre con un lúcido prólogo de Carlos Sisí en el que se nos aclara que estas
versiones Z son un regreso a los cuentos
clásicos originales (llenos de violencia y sexo) y, a la vez, una vuelta de
tuerca de la mano del monstruo moderno por excelencia.
Tras el
prólogo, encontramos un poema homenaje a El lobito bueno de José Agustín
Goytisolo a cargo de Voro Luzzy y, después, los doce relatos que componen el
libro.
Las
antologías escritas por distintos autores suelen contener un defecto y una
virtud. Por un lado, es muy difícil que todos los relatos mantengan el mismo
nivel de calidad, con lo que siempre hay altibajos. Por otro, la heterogeneidad de estilos y
enfoques enriquece el conjunto y permite disfrutar a autores consagrados y
descubrir a otros menos conocidos pero prometedores.
Los textos
de este volumen comparten una serie de elementos propios del subgénero zombi:
muertos vivientes fruto de una infección (alejados de sus raíces vuduistas)
escenarios post-apocalípticos, protagonistas que sobreviven en situaciones
extremas, altas dosis de violencia y gore, etc. Algunos textos se diferencian
poco de los cuentos originales salvo por la introducción de los elementos
anteriormente descritos. Otros, sin embargo,
son versiones con personalidad propia. Ambos tipos de relatos resultan
entretenidos, pero creo que los primeros están más destinados al consumidor
habitual de temática zombi mientras que los segundos, más arriesgados y
ambiciosos, pueden ser disfrutados por un público más amplio.
Todos los
textos me parecen recomendables pero, para no alargar la reseña, solo
profundizaré en los que más me han interesado.
Zerilla, de J.E. Álamo.
Revisión del
clásico de Andersen cuyo emotivo comienzo es fiel al cuento original transformándose
después en una historia post-apocalíptica de corte bélico. La narración toca
temas como la exclusión social de los inmigrantes ilegales, la pobreza infantil
y la locura.
Entre su
lados fuertes, encontramos los siguientes: una protagonista con carisma que me
recordó a la de Ojos de fuego, de Stephen King; un estilo, ágil y eficaz capaz de pasar de lo
dramático a lo apocalíptico con naturalidad; la historia es tan buena que pide
ser desarrollada en un formato más amplio; algunas imágenes tan potentes que se
graban en la memoria durante semanas.
En cuanto a la
parte débil, destaca, negativamente, una explicación un tanto extravagante e
innecesaria sobre el origen de la epidemia zombi.
Rizitos de
Oro, de Athman M. Charles
O cómo una
familia de rednecks convierte en infierno la vida de una pequeña comunidad
de supervivientes a la epidemia zombi.
Se trata de
una versión sórdida del cuento “Ricitos de Oro y los tres osos” con mucha mala leche y altas dosis
de sangre y vísceras.
Tres son los
puntos fuertes de este texto: una historia redonda que engancha al lector y lo
mantiene en tensión hasta el último párrafo; la ambientación y la caracterización de los
personajes está muy bien conseguida lo que contribuye a construir la atmósfera
malsana que el cuento necesita; el inteligente tratamiento de la violencia (a
pesar de que, a veces, pueda resultar excesiva, sólo se utiliza la que la
historia exige).
Habría que
mencionar como punto flaco algunas aristas en cuanto a estilo que no desmerecen
el conjunto.
Hanzel y
Gretelz, de Marta Junquera, resulta un
estremecedor relato sobre supervivencia, culpa y venganza.
Si pasamos a
los elementos destacables de manera positiva, ha de mencionarse: el estilo es
impecable y hace que uno se sumerja en las escenas como si estuviera en su
interior; la autora encuentra el tono adecuado a cada pasaje de la narración (a
ratos dramático, a ratos atroz); dos protagonistas bien perfilados cuyas
desventuras interesan al lector y le arrastran hasta el final de la historia; unos
diálogos bien construidos a través de los que se muestran los personajes.
Sólo podría
considerar un lado negativo, si acaso, ser demasiado fiel a la estructura del
cuento original.
La bella y
la Beztia, de Carolina Márquez Rojas, es una
vuelta de tuerca a la versión de
Beaumont del cuento tradicional europeo.
Respecto a
los puntos fuertes: su sentido del humor, agudo y negrísimo, no deja
indiferente a nadie; una prosa muy cuidada que permite que la historia se
desenvuelva con naturalidad; el exquisito morbo que impregna todo el texto; la
fluidez de los diálogos (también llenos de humor)
No he
hallado ningún defecto. El cuento es disfrutable al cien por cien.
A estos se suman
otros textos que han llamado mi atención.
Juan y las
habichuelas mágicas, de Juande
Garduño, una versión lisérgica e irreverente del cuento clásico cuyo humor
desbocado me produjo más de una sonrisa.
Caperuzita
roja, de A.M.Caliani, por la calidad
de su prosa y por su áspero desenlace.
Los tres
zerditos,
de Tony Jiménez, por lograr el tono adecuado para una mezcla de
narración infantil con elementos terroríficos y por su agradable sentido del
humor.
La manzana, de Ana Martínez Castillo. Todo un
descubrimiento por la capacidad de la autora de crear una atmósfera opresiva.
Ariadne y
Barba azul, de Miguel Ángel Naharro. A
destacar su valentía a la hora de tratar temas como la violencia contra la
mujer e introducir un erotismo malsano.
Cada relato
de la antología cuenta con una acuarela de la artista Barb Hernández, que, además,
se encarga de ilustración de la cubierta
junto con Daniel Expósito. Todas las ilustraciones son de gran calidad y sintetizan
muy bien la esencia de sus respectivos textos.
En resumen, Érase
una veZ es una selección de relatos muy adecuada para los aficionados al Género
Z que también incluye algunos textos muy disfrutables para otro tipo de
público.
Clasificación:
3 estrellas sobre 5
Clasificación: para una lectura entretenida y sin mayores pretensiones.
Replicante
autorizado: Uaorani
Muchas gracias, replicante. Es un honor contar con tu opinión y Bella te manda un beso y un mordisco... ;)
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