viernes, 26 de febrero de 2016

Crítica literaria: Crónicas de la Prehistoria: Grimpow

Grimpow, Rafael Ábalos
TÍTULO. GRIMPOW, DE LA SERIE CRÓNICAS DE LA PREHISTORIA
AUTORA. RAFAEL ÁBALOS
EDITORIAL. MONTENA
COLECCIÓN. SERIE INFINITA
NÚMERO DE PÁGINAS. 551
ISBN. 84-8441-276-8


Ahora que hemos recibido la mala noticia de que Umberto Eco ha fallecido, es el momento de hacer una reseña de una obra que, en cierta medida, recuerda a su novela más conocida por el gran público, El nombre de la rosa.

No seré yo el que me atreva a hacer un análisis de tan insigne escrito. Eso lo dejo a otros escritores, más sabios que yo, capaces de diseccionar la literatura y filosofía que destilan sus páginas con virtud de cirujano experto. Sé que Rafael Ábalos, de conocer estas líneas que brotan de mi teclado, estaría en disposición de preguntarme por qué me atrevo a hacerlo con su aplaudida Grimpow, pero como única excusa podría esgrimir, dado el caso, que la ignorancia es muy atrevida, y que como buen ser humano comparto muchos de sus pecados, como es ver con más confianza una obra juvenil que una adulta, aunque tampoco es que el papel de cirujano en el juego de mesa Operación con el que pasé tardes infantiles me fuera más propicio.

Grimpow no es una obra menor, eso está claro. De 2006, catapultó a la fama al autor que ahora menciono, aprovechando la información que aparece en el libro reseñado sobre él para presentarlo. En ella es él mismo, de modo original, el que se presenta al lector en primera persona, tal y como reza a continuación:

<<Nací en Archidona (Málaga) en octubre de 1956, y soy el tercero de ocho hermanos. Mi infancia, como la de Tom Sawyer, estuvo rodeada de sueños y de aventuras, amigos y naturaleza, cabañas, pesca en ríos y lagunas, fuegos nocturnos, amaneceres prodigiosos. Fui un buen lector durante la adolescencia, y me apasioné con los clásicos de la literatura juvenil como Twain, Kipling, Stevenson, Swift, Poe…Quizá por eso me encanta escribir novelas de aventuras. Aunque soy abogado de profesión, hace unos años descubrí casualmente que podía inventar historias, y fue entonces cuando comencé mi relación con la literatura, resultando una experiencia tan <<mágica>> como inesperada. Publiqué en el sello debate dos novelas: Bufo Soñador y El visitante del laberinto. Y después llegó Grimpow, una novela que ya me ha dado muchas más alegrías de las que yo podía imaginar >>.


La historia se centra en Grimpow, un ladronzuelo que sigue los pasos de Dúrlib, otro truhán que lo acogió, hasta que se topan con un cadáver misterioso en mitad de la nieve. Al saquearlo, Grimpow se hace con un colgante extraño de una piedra, al tiempo que el cuerpo se desvanece por obra de magia. A partir de ese momento la vida del muchacho cambiará, sucediéndose las aventuras en un orden vertiginoso, mientras su universo se llena de monjes y templarios, antiguas maldiciones y leyendas asombrosas, en cuyo centro siempre aparece la piedra del conocimiento, la quimera de los alquimistas, el saber absoluto. Grimpow se verá inmerso en una persecución por algo valioso, por lo que matarían reyes y prelados, y que subrayaría al final la diferencia entre lo que cada cual entiende por riqueza, y la verdad de que materia y espíritu son vasos comunicantes que determinan la existencia como platos en una balanza.
Rafael Ábalos recrea sabiamente el Medievo francés a través del personaje de Grimpow, en el momento histórico de inicios del siglo XIV, con la Orden del Temple destruida por la codicia del rey francés y los recelos del Papa de Roma, así como la quema en la hoguera de su Gran Maestre, Jaques de Molay, con su ya famosa maldición como telón de fondo.

Desde mi humilde punto de vista, podemos nombrar como triunfos de este autor el saber adecuar un universo tan rico en matices como la Edad Media europea a una novela juvenil, que necesariamente tiene que limitar los pasajes descriptivos, pero en este caso sin perder un ápice de ambientación. También la sucesión de aventuras, rica y variada, sumada a la trama principal, puntualizada con el trillado tema templario, lo que no hace en absoluto que esté mal usado, pues es un asunto que siempre interesa. No obstante, las continuas pruebas de ingenio por las que los protagonistas tienen que pasar para abrirse paso en el secreto por el que todos matarían resulta tremendamente repetitivo, y es irremediable que a mitad de la lectura venga a la memoria El último Catón de Matilde Asensi, ejemplo de tantas y tantas novelas, de tantos y tantos juegos de ordenador, y de tantas y tantas películas, como La Búsqueda.

En cualquier caso, es un ejercicio recomendable el acercarse a esta lectura, ejemplo más de la capacidad de ciertos autores para atraer al público juvenil a un universo ya creado para el mundo adulto —descanse en paz, señor Eco —,demostrando que no hay géneros literarios menores, sino obras de mayor o menor envergadura.

REPLICANTE: Nemoroso de la Torre
TIPO DE LECTURA: infantil/juvenil, histórica con dotes fantásticos, entretenida


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